Escribo tarde, no necesariamente lo digo por la hora. Más bien será que hablo de dos semanas (o mas?) de intermitencia... ¿Qué haces si te digo que uno nunca cambia? Que las personas juegan interminablemente a ser quienes son y nada más, que quien rompe el record de 100 metros planos siempre los tuvo corridos aun antes de llegar a la olimpiada. ¿Y si te digo que a los sentimientos les pasa igual? ¿Qué me dices entonces?
No se han acabado las cervezas ya que malta hay para rato, tampoco se acaban los videos de Youtube a las 3 de la mañana, ¿Por qué me tardo entonces dos semanas? ¿Por qué te veo cada seis meses? siempre me ha gustado culpar a los códigos postales, canijos cinco números que desordenan las relaciones y alejan los bares de los restaurantes, los estacionamientos de los sanborns y algunas veces mi casa de la tuya.
Justo hace una hora, le platicaba a la lámpara sobre las horas de sueño que merecen insomnio para ser utilizadas en escribir y divagar, también hace algunos días veía en el piso las monedas que nunca recogimos por estar viendo al cielo sin más razon que disfrutar el momento a medias. A veces pienso que solo fuimos irracionalmente jóvenes, creciendo más rápido que la adolescencia y la necesidad de no estar solos. Ayer tan libres y nebulosos, hoy los Captores Oníricos se sientan en la sala de espera de algun sucio consultorio y ya no se escapan entre sueños para tejer historias, ahora solo esperan sentados frente a una enfermera que mastica chicle a que se les entregue el estudio de alguna enfermedad venerea, de aquella eterna enfermedad de la piel que no se cura con caricias, de aquel viejo infarto a corazón cansado.
Hoy los sueños son virtuales y se ve pornografía de todo tipo, se obtiene más fama en youtube que en un reality show de irrealidad inalcanzable. Es más facil escribir porque se piensa dos veces, es más doloroso hablar a la cara y los códigos postales nos persiguen y las cartas nunca llegan a tiempo y cuando uno quiere tener 17 años, se ve al espejo más gordo, más cansado, más letrado y más pendejo. ¿te arrepientes, me pregunta? nunca, le contesto. Y es verdad, todo sale siempre como debería, que triste... las sorpresas se vuelven tediosas, urge un viaje, urge conocer la luna otra vez desde la arena, urge escapar y no decirle nada a nadie, urge entrar entre sueños a una cama y robarle su virginidad de sueño a algun incauto.
No se que digo porque quiero dormir para soñar con muchas cosas, me retiro con una tardía contestación y una deuda de bar, siempre en paz hermano. Máldito sea el 01710
No se han acabado las cervezas ya que malta hay para rato, tampoco se acaban los videos de Youtube a las 3 de la mañana, ¿Por qué me tardo entonces dos semanas? ¿Por qué te veo cada seis meses? siempre me ha gustado culpar a los códigos postales, canijos cinco números que desordenan las relaciones y alejan los bares de los restaurantes, los estacionamientos de los sanborns y algunas veces mi casa de la tuya.
Justo hace una hora, le platicaba a la lámpara sobre las horas de sueño que merecen insomnio para ser utilizadas en escribir y divagar, también hace algunos días veía en el piso las monedas que nunca recogimos por estar viendo al cielo sin más razon que disfrutar el momento a medias. A veces pienso que solo fuimos irracionalmente jóvenes, creciendo más rápido que la adolescencia y la necesidad de no estar solos. Ayer tan libres y nebulosos, hoy los Captores Oníricos se sientan en la sala de espera de algun sucio consultorio y ya no se escapan entre sueños para tejer historias, ahora solo esperan sentados frente a una enfermera que mastica chicle a que se les entregue el estudio de alguna enfermedad venerea, de aquella eterna enfermedad de la piel que no se cura con caricias, de aquel viejo infarto a corazón cansado.
Hoy los sueños son virtuales y se ve pornografía de todo tipo, se obtiene más fama en youtube que en un reality show de irrealidad inalcanzable. Es más facil escribir porque se piensa dos veces, es más doloroso hablar a la cara y los códigos postales nos persiguen y las cartas nunca llegan a tiempo y cuando uno quiere tener 17 años, se ve al espejo más gordo, más cansado, más letrado y más pendejo. ¿te arrepientes, me pregunta? nunca, le contesto. Y es verdad, todo sale siempre como debería, que triste... las sorpresas se vuelven tediosas, urge un viaje, urge conocer la luna otra vez desde la arena, urge escapar y no decirle nada a nadie, urge entrar entre sueños a una cama y robarle su virginidad de sueño a algun incauto.
No se que digo porque quiero dormir para soñar con muchas cosas, me retiro con una tardía contestación y una deuda de bar, siempre en paz hermano. Máldito sea el 01710